Radio Milenium, construyendo una radio y un público

Apertura

Cerca de Plaza Serrano están las oficinas de Milenium. Luego de años de destino errante la radio llegó al barrio que los vecinos vieron transformarse como pocos. Augusto César Camacho es gerente comercial de la radio, y accedió sin inconvenientes a entrevistarse. Las citas de este trabajo corresponden a esa entrevista y a la información que él ofreció hacerme llegar, cada vez que lo necesitase. Su oficina da a la calle y una enorme colección de discos adorna una de las paredes laterales. Cualquiera hubiese muerto de ganas de revisarlos a todos. Yo también. Converso un rato con Augusto, alguien toca la puerta, abre, saluda, y cierra suavemente. “Ese es Santiago”, dice.

Breve historia de Milenium

Santiago Pont Lezica es el mentor de la radio, y hoy único dueño de la emisora y sus contenidos. De él surge el proyecto que dio vida a Milenium. Es hermano de Alejandro, viejo conocido en el mundo de la radio y la música. Él fue quien lo inició en el medio. Santiago trabajaba en España como director de las radios de Jesús Quinteros: “Mi gran maestro, quien me introdujo en la poesía y la literatura”. Allí surge la idea de hacer radio en la Argentina con un formato bien diferenciado, “innovador y original”, define Augusto. La estructura de la radio tal como fue pensada, no necesitaba de una gran inversión. Santiago encuentra en Bernardo Neustadt el primer socio que “hizo posible que la radio comenzara a funcionar”. También este inversionista tendría su propio programa en la mañana de la radio. La emisora comenzó a funcionar con una frecuencia alquilada, 106.3, a principios de 1998, sin ser conocida ni hacer campaña publicitaria: “La propaganda se realizó de boca en boca”. Milenium salió al aire. En dos años se consolidó como líder en su segmento, y recibió varios premios nacionales e internacionales a su artística y contenidos. La radio crecía en audiencia. En el 2002 se vence el contrato y, al no poder renovarlo, sale del aire. Un hecho curioso: la radio y el Comfer recibieron miles de mails para que la emisora vuelva a trasmitir. Un particular vínculo con la audiencia se había consolidado. También recibió el apoyo de la comunidad judía y católica que reclamaron por el aire de la emisora. La radio suele ser identificada como cercana a la iglesia, que ve con buenos ojos la lectura de la Biblia y la difusión de ciertos valores. “El vocero de Bergoglio (Cardenal), que fue Marcó, tuvo un programa los sábados. Como hay muchos mensajes de Milenium espirituales y religiosos la iglesia siempre nos apoyó un poco. Tampoco es que tenemos una alianza con la iglesia ni mucho menos. Nos apoyó porque le interesa el mensaje de la radio”. Nueve meses más tarde, en junio de 2003, la radio vuelve a transmitir. Alquila una nueva señal: 107.3, de menor alcance y con un problema de interferencia con una radio ilegal. En octubre de 2005 gana una licitación pública y se le otorga la licencia para la explotación de una frecuencia. A partir de ese momento se escucha por la 106.7 y su audiencia la siguió fielmente.

Acerca de Milenium

Milenium es una radio que se distingue de las demás. Las grandes figuras están ausentes y la programación prioriza contenidos que la diferencian del resto, lo que consigue mediante un formato innovador. “La torta de la radio es: música, mensajes e información; en ese orden”. Recrea una atmósfera de serenidad que construye con música tranquila que lleva a la reflexión. Logra una armonía de sonido que mantiene durante las informaciones y los comerciales. La palabra tranquilidad se repite decenas de veces en todo lo que leo o escucho acerca de Milenium. Mensajes de paz y tolerancia se suceden a lo largo de toda la programación. Las grandes figuras son la música y los locutores que le dan voz a la radio. La participación del oyente se reduce a la sola capacidad de escuchar. No hay espacio para los mensajes ni para los llamados telefónicos. Alguna vez lo hubo. Los programas informativos hoy están ausentes en Milenium. La comunicación de la información se reduce a sólo tres noticias cada media hora. Informar no es una pretensión de la radio, ni un deber. Los locutores son anónimos, no se anuncia su entrada o salida, son la voz misma de la radio que parece hablar sin condicionamientos. No contar con “figuras” evita que la radio se identifique con una voz viva. De todos modos, la radio cuenta con un apoyo masivo que se basa en la identificación con los valores y los estados de ánimo que la emisora promueve. Se posiciona como un espacio para encontrar serenidad y paz, a la vez que promueve reflexión y meditación. La intención es que la radio sea lo más parecido a “una sensación”. “La mayor o menor audiencia nunca han sido una influencia en nuestros objetivos”, me explica Augusto. Alejados de las malas noticias y el vértigo de la información desmedida, la radio construye su especificidad en la construcción de un particular vínculo con la audiencia.

Describir de qué manera Milenium se posiciona frente a su audiencia y de qué elementos se vale para constituir una alternativa diferente, es el objetivo. También se incluye un CD como muestra de sus contenidos, musicales y “humanísticos”.

Equipamiento y datos de la emisora

Las oficinas están ubicadas en El Salvador 4753 1º G, en el barrio de Palermo de la Capital Federal. Poca gente trabaja allí. Por su formato no requiere de gran cantidad de personal. Cuenta con un estudio y un control de aire, un estudio de edición y unas pocas oficinas para los empleados administrativos. A través de un enlace digital punto a punto se comunica con su antena. En Florida y Paraguay, en el piso 30 de una torre, se ubica el trasmisor de Milenium, “Pocas radios tienen la planta en el lugar donde transmiten”. Tiene un alcance de aproximadamente 55 kilómetros a la redonda que varía de acuerdo a las interferencias con otras radios. Al interior Milenium transmite vía satélite o a través de Internet: “Se les da una contraseña y bajan la radio a una calidad de 192k”. Las repetidoras integran la Red Milenium. La radio también se escucha por aire en Uruguay y Ecuador. Además Milenium cuenta con una página de internet
http://www.portalmilenium.com.ar/ que aporta datos acerca de sus objetivos y programas. La red también permite que la radio pueda ser escuchada en cualquier parte del mundo.

La audiencia

Milenium capitaliza un espacio que estaba vacante en el medio. La audiencia encuentra su lugar en la especificidad de la programación: tranquilidad y reflexión. Por esas características la audiencia la elige y en ella encuentra compañía. Casi objeto de culto, construye un vínculo con los escuchas que reconocen en los objetivos de la radio sus pretensiones como oyentes. La radio es abierta a cualquier tipo de audiencia en cuando edad y creencias. Sin embargo, reconoce como zona de competencia directa el segmento ABC1, que corresponde los sectores de mayor poder adquisitivo o alto nivel económico. De allí el interés de los grandes anunciantes por estar en la radio. Acerca de la orientación de la radio, Augusto cuenta: “Fue apuntando sola, se dio cuenta de que la marcas que le interesaban estar en Milenium, eran las marcas premium. Marcas no de consumo masivo sino mas bien de elite: aeropuertos, bancos…”. Apunta a un público mayor de 35, principalmente a través de una identificación con la música. La audiencia femenina prefiere los mensajes de contenido humanista de Milenium, aunque los hombres también los piden y esperan. La radio prescinde del público que prefiere el vértigo de la información y abundantes comunicaciones. La audiencia no tiene participación dentro del formato de la radio. En algún momento en los programas informativos de la mañana había comunicaciones telefónicas pero hoy esa posibilidad está ausente, así como también la posibilidad de dejar mensajes grabados. Las características “no agresivas” de la radio la convirtieron en preferida de consultorios, oficinas y taxistas. Aspen y Blue comparten el mismo segmento de audiencia que Milenium, por lo que se ubican en una zona de competencia directa. “Blue nació cuando Milenium salió del aire. Es una copia bastante evidente”, dice Augusto de la que reconoce su principal competencia. “Algunas radios comprando una colección de la radio piensan que pueden hacer Milenium, aunque les sale mal, pero lo intentan”. La competencia es fuerte en un segmento donde las marcas se disputan a la audiencia de mayores recursos.


La Programación

A pesar de tener delimitada la grilla, los cambios entre programa y programa, en general, no se distinguen. La mayoría de los programas no se anuncian, y tanto la música como los mensajes son el hilo conductor entre ellos. Tampoco se advierten los cambios de locutores, lo que permite a la radio mantener una armonía que se sostiene a lo largo de toda la programación. La radio es básicamente musical pero se distingue de otras en los valores que promueve. Podemos distinguir este orden en la composición de la programación: música, mensajes e información. Los mensajes son la característica más distintiva de la radio. Cada veinte minutos se leen. Citas, poemas y textos son seleccionados, editados y luego grabados por el un locutor institucional. Generalmente difunden los valores que tienen que ver con la solidaridad y la superación o bien, alguna enseñanza. La información es puesta al aire cada treinta minutos durante todo el día. Son tres noticias también ambientadas al formato de la radio. “Te busco temprano” es el programa informativo de la primera mañana. Aquí las noticias se alternan con la música casi por igual. Cuenta con un comentarista de deportes (Máximo Palma, que tiene un programa de rugby los sábados) y un comentarista de cultura; vuelven a salir al aire por la tarde, durante el otro horario “caliente” de la radio donde se concentra la mayor audiencia, y por lo tanto el interés de los anunciantes. Cuando algún evento importante lo amerita, los comentaristas tienen una salida más en el día. En general la información se reduce sólo a eso. “Melópolis” es el programa de música más importante de la radio. Por única vez en toda la programación se anuncian los intérpretes y los nombres de las canciones. Se suma información sobre músicos, anécdotas y datos referidos a eventos musicales. “Plegarias” junto a la “Campaña de tolerancia” son un sello de la radio. Con tres salidas diarias de cinco minutos es uno de los segmentos más premiados por la crítica y reconocidos por la audiencia. A las 12:00, a las 20:00 y a las 00:00, un locutor español lee los textos de la Biblia o el Corán. Un particular tono de su voz, como de español antiguo, y música acorde ambientan el texto. Esta es la razón por la cual algunos sectores eclesiásticos ven con agrado a la emisora. La “Campaña de tolerancia” fue premiada mundialmente por promover valores multiculturales.

La música

La música de Milenium establece un vínculo con el oyente de tipo emotivo. La intención es acompañar y promover los espacios de intimidad y reflexión. Se emiten tanto artistas nacionales como internacionales. Un criterio sí es rígido: la música debe ser tranquila y suave. Los clásicos abundan en la radio. Se puede realizar un recorrido por décadas anteriores, así como por artistas nuevos, siempre y cuando coincidan con el perfil de la radio. Eso se cuida especialmente. En general la audiencia mayor de 35 años es la que mejor se acomoda al estilo de música e interpretes que suena en la radio. Los Beatles, Frank Sinatra, Génesis, Sting, George Michael, Serrat, Caetano Veloso y Sabina conviven en la emisora sin complicaciones. En general se trata de artistas ya consagrados aunque también se le abren las puertas a nuevos intérpretes: Coldplay, Norah Jones o Travis. Lo peculiar es la relación que se establece con los oyentes, que elevaron a la emisora a objeto de culto. Las recopilaciones que la radio, año tras año, saca de su música y mensajes son esperadas con impaciencia por sus fieles seguidores. “Las recopilaciones siempre fueron un éxito, se han vendido miles de copias y siempre se agotan”, me cuenta Augusto. Otra impronta de la radio es la música incidental. También los covers que en su versión original no coincidirían con el formato de la radio. La selección de la música le permite a Milenium mantener una armonía acorde a los objetivos que persigue, además de construir un fuerte lazo con la audiencia.


Los mensajes

Son una impronta de la radio. Tal vez la que más la distinga. De contenido humanista se suceden cada veinte minutos a lo largo de toda la programación. La difusión de valores es el denominador común. De carácter espiritual y reflexivo son una marca que los oyentes reconocen y esperan. Son cuidadosamente elaborados: se edita un texto, se lo musicaliza y ambienta, y luego los locutores institucionales lo graban. Recrean una atmósfera de tranquilidad y cercanía que apunta principalmente a lo emotivo, eje del lazo que construyen con el público. Se miden las palabras y los silencios de manera que los mensajes sean efectivos, en cuando la llegada al escucha. Las palabras de aliento y las enseñanzas son comunes en ellos. Estos mensajes surgen de la creación misma de los guionistas de la radio, o bien de la adaptación para radio de poesías, cuentos e historias, de todas las épocas y lugares del mundo. De esta manera los mensajes tienen un significado único para todo tipo de audiencia. La Biblia y el Corán también son adaptados al formato de la radio, y se leen a los largo de la programación. Algunos de los textos que se escucharon por la emisora:

“Ciertamente, todos los que creen, todos los que son
Judíos, los cristianos y los convertidos; cualquiera que crea en
Dios y en el más allá, cualquiera que lleva una vida recta
recibirá recompensa de su Señor.
No tendrá que temer, ni sufrirá pesar”.
Corán 5:69 y 2:62


“Nuestra ilusión es serte útil, servirte de algo.
Nuestra ambición es llevarte cada día un poco de felicidad.
Nuestra esperanza es que no te falte la esperanza.
Nuestra lucha es tu lucha.
Nuestras armas son la música y la palabra”
Javier Salvago.

“Dios, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
el coraje para cambiar las cosas que puedo alterar,
y la sabiduría para discernir la diferencia”
Benjamín Franklin.

“He gastado tanto tiempo en esperarte
que ya no queda tiempo para encontrarte”.
Nemer Ibn El Barud.

“Y habrás de buscarme, y me encontrarás cuando
me busques de todo corazón”
Jeremías.

“Una buena acción nunca se pierde; es un tesoro que se acumula
y guarda para cuando lo necesite el dador”
Calderón de la Barca.

También los institucionales de la radio van en el mismo sentido, y se refieren en particular al vínculo con la audiencia:

“Siente la caricia de Milenium”
“Sentados a tu lado, hacemos Milenium”
“En Milenium queremos brindarte armonía, tranquilidad, sentimientos y sensaciones”
“106.7 Terapia de música”

La información

Se reduce a dar cuenta sólo de las principales noticias. Cada media hora se leen tres noticias. “Casi siempre es una política, una de color. Se van mechando”. El único criterio es que las noticias policiales quedan descartadas de la programación. En la primera mañana y el regreso, por la tarde, es cuando las noticias tienen más salida al aire. Los locutores son los encargados de seleccionar, editar y leer las noticias. Milenium ha optado por no contar con conductores que puedan ser identificados con la radio. Cierto es que alguna vez los hubo. Las razones son tanto económicas como estratégicas. “Eso nos permite ser políticamente objetivos”, dice Augusto. Aunque esa pretensión fuera posible, en sólo el hecho de seleccionar una noticia y descartar otra fracasa el intento. Adivina el pensamiento y aclara: “No somos influenciados por ningún conductor ni por ningún medio, ni por un grupo empresario, a eso me refiero”. La información, entonces, no es un fuerte de la radio, aunque en los últimos tiempos tiene más espacio dentro de su programación. También está adaptada al formato de la radio, en cuando al sonido y al tono en que se leen las noticias. Quien quiera informarse sólo tiene que cambiar de dial o bien resignarse. Sin bien se realizan comunicaciones, están más cerca de no informar que de producir una información completa.

Locutores y guionistas

Los locutores son anónimos; la voz no tiene un nombre es la voz propia de la radio. La entrada y salida de los locutores no se anuncia. El cambio es imperceptible para quien esta distraído. La radio cuenta con tres locutores institucionales que hace años trabajan en la radio. “Pato” Parodi es quien lee los mensajes. Ricardo Brabante lo referido a los institucionales de Milenium y un locutor español, Gaviglio, grabó todas las biblias para la radio, que se escuchan a través de “Plegarias” y la “Campaña de tolerancia”. Ellos son la voz oficial de la radio. Otros locutores leen los informativos; seleccionan las noticias y las leen al aire. Se limitan sólo a la lectura y rara vez comentan las noticias. La locución es cuidada y se elige a través de rigurosos castings. “Se busca que la voz guste y pegue con la radio”, dice Augusto. Las figuras radiales están ausentes y la comunicación se limita a la tarea de los locutores y el contenido de los mensajes: la llave de Milenium. Un equipo de guionistas adapta poemas, diferentes cuentos y literatura, a la estructura de la radio. Este trabajo lo realiza, principalmente, Mariana Lombardo, productora general de la radio, y Santiago Pont Lezica.

Financiación y publicidad

“En principio se caracterizó porque los auspiciantes venían solos a la radio, no había que ir a buscarlos, algo que normalmente no ocurre. En un momento todos querían estar en Milenium. Medía bien. Hasta se dio el lujo de rechazar publicidades que no fueran con la radio. Por ejemplo, si la música desentonaba”. La radio cuidó siempre que tanto la programación como la tanda mantuvieran una armonía. “Una idea”, como dice Augusto. La radio se posiciona con una audiencia de ingresos altos. El interés de los grandes anunciantes en ese sentido no se hizo esperar. Importantes marcas anuncian en la radio, bancos, aeropuertos y automotrices que financian el bajo costo de la programación. La radio se posiciona de manera inteligente a la hora de articular sus objetivos económicos con los comunicacionales, al construir una audiencia estratégica para lograrlo. También la radio ofrece publicidad gratuita para distintas fundaciones: “Todo lo que viene a la radio es puesto al aire sin ningún compromiso. Siempre hay dos o tres fundaciones al aire, vamos rotando, que publicitan sin costo”.
Cierre

Milenium es una radio que construye su especificidad a través de una propuesta al aire diferente. La audiencia se identifica con la radio en general, no con conductores y programas en particular. Aquí la inteligencia de posicionarse ante una gran cantidad de oyentes que son fieles a la hora de elegir una radio para acompañarse. Sus objetivos económicos son ampliamente cumplidos, ya que el segmento al que apunta permite publicidades de peso dentro de su espacio. Hoy otras radios le disputan su “valiosa” audiencia. No es raro imaginar lo que me dice Augusto: “ya no quedan segmentos por ocupar”. Su formato prescinde de gran producción y costos elevados. Está basado en una repetición de música y mensajes, previamente grabados. Es interesante la comparación con otras radios que tienen más dificultad a la hora de articular su financiación con los objetivos que se proponen, aunque estos sean más complejos. La radio encuentra eco en los sectores de mayores recursos, pero también es seguida por otro tipo y clase de audiencia. La búsqueda de la tranquilidad es la matriz común a todos sus oyentes. Desde su inició Milenium logró posicionarse y mantenerse siempre dentro de las emisoras de mayor popularidad.

Augusto me saluda y me invita a volver cuando quiera. Relojeo los discos una vez más. Las oficinas siguen funcionando en parsimonia. Envidiando tanta tranquilidad, me fui a casa.


Las calesitas porteñas



Hace 46 años ininterrumpidos que soy calesitero, casi cinco generaciones”. Recuerda y ríe Antonio Barchuk, que desde 1960 recorre el país con su calesita a cuestas. En 1992 compró la calesita de Colegiales, pegada a las vías del tren, donde permanece hasta hoy, ya sin viajes. Una investigación de la Secretaría de Cultura de Buenos Aires relevó 52 calesitas que siguen funcionando en la Capital Federal. Desde principios de siglo llegaron a casi todos los barrios porteños: baldíos, plazas y terrenos ferroviarios fueron escenarios de sus vueltas, y sus viajes de fantasía. Los calesiteros, padres, vecinos, y ruidosos chicos, mantienen viva la historia de un juego imborrable de la primera infancia de los porteños. Pasado y presente de las calesitas en la ciudad.

Colectivos y biromes

La denominación “calesita” es argentina. Deriva de la expresión “vamos a jugar a las calesas”. De ahí, al “calesero” y al “calesitero”, hasta llegar a la “calesita”. La pera y la sortija son de autoría porteña. Quien logra alcanzarla tiene como premio una vuelta gratis. En internet se pueden comprar varios artículos de las calesitas. Una sortija cuesta entre 50 y 150 pesos, según su estado; un caballo tallado en madera, alrededor de 600 pesos, y hasta diez boletos capicúas, de calesitas, a sólo 9 pesos.

Buenos Aires: Ciudad de las calesitas

La primera calesita llegó al país en 1867. Se ubicó en lo que hoy es Plaza Lavalle, entre el Teatro San Martín y Tribunales. “Me parece hermoso oír la risa de los chicos cerca de mi ventana”, la defendió el Presidente, Domingo Faustino Sarmiento, cuando la policía quiso desalojarla. Las primeras calesitas en la ciudad fueron itinerantes. La dura legislación las convirtió en blanco de inspecciones que las llevaron a mudarse continuamente, y a ocupar terrenos. Por esta razón los calesiteros decidieron agruparse, en 1928 se creó la Sociedad Unión de Propietarios de Calesitas. El destino errante de las calesitas y su aspecto están emparentados con el del circo. Su oficio también se trasmite a través de las generaciones.

Antonio Barchuck tenía 13 años cuando trabajaba en un bar y una parada de diarios, en la localidad de Tapiales: “Yo prácticamente me crié en la calle. Mi padre falleció cuando tenía tres años. Tenía que salir a ganarme el mango”. Conoció a varios calesiteros de origen español, que atendía como clientes del bar, y lo invitaron a subir por primera vez a una calesita. “A los 18 años vendí la parada de diarios y me compré mi primera calesita, en el barrio de Flores”, recuerda Antonio. Desde ese día recorrió decenas de pueblos con su camión Chevrolet 47. “Cada mes, cada mes y piquito nos mudábamos. Era chico y no me quería quedar quieto, me gustaba andar”. Cuando el invierno llegaba regresaba a su casa de San Justo y en septiembre volvía a las rutas.

En cuatro oportunidades Antonio trabajo en la Rural contratado por una casa de artículos para chicos: “Trabajaba de nueve de la mañana a nueve de la noche. Volvía tan cansado a mi casa que en una oportunidad mi madre me escuchó hablar dormido: ¡Chicos quédense quietos, no se muevan!”

Las calesitas en el tiempo

1648 - Primer testimonio de una calesita en Constantinopla. “Un enorme plato de madera con caballos del mismo material que giraba sobre sí mismo”.
1662- Luis XIV organiza un gran espectáculo de juegos: “Le Grand Carrosel”.
1673- Se realiza la primera patente de una calesita: “con fines de diversión y para la instrucción en el arte de montar a caballo”.
1818- Alemania: se inaugura el Oktoberfest con una calesita como atracción principal.
1855- Francia: primera calesita adaptada a pedales. “Tracción a cliente”.
1867- Calesita pionera en el país, en los terrenos de lo que hoy es el Teatro Colón.
1870- El vapor es utilizado por primera vez para hacer girar las calesitas.
1891- Primera calesita industria argentina.
1920- Aparece el motor eléctrico que reemplaza al vapor.
1922 Primera calesita argentina a bicicleta.
1928- Primer gremio de calesiteros en el país: Sociedad Unión de Propietarios de Calesitas.
1943- La firma Sequalino Hnos fabrica el primer carrusel argentino.
1946- El primer carrusel argentino se instala en el Zoológico de Buenos Aires.
1953- Cátulo Castillo y Mariono Mores le ponen letra y música al tango “La calesita”, inspirados en la que se encuentra en Plaza 1º de Mayo.
1996- El calesitero José Sciarrota, “Don Pepe” es nombrado Ciudadano Destacado por el Consejo Deliberante de la Ciudad. Su calesita es, desde entonces, la única gratis de la ciudad.
2002- 26 calesitas son declaradas patrimonio cultural porteño.
2004- Nace la Fundación de “Calesitas Porteñas”.

El estilo argentino

Las calesitas pronto llenaron todos los rincones de la ciudad, musicalizaron las plazas con tangos y música de organito. En tiempos en que la electricidad no llegaba a todos los barrios las calesitas eran movidas por un caballo. Comenzaba a caminar con la música y frenaba sólo al acabar el compás.

La primera calesita construida en el país comenzó a girar en 1891. En la calesita los caballos de madera permanecen quietos mientras que en los carruseles suben y bajan. Esta es la principal diferencia aunque se nombren indistintamente. El primer carrusel fue fabricado por la firma Sequalino Hnos, de Rosario, en 1943; tres años después pasó al jardín zoológico de Buenos Aires. La pieza todavía se conserva. El cuento de Rodolfo Dan “Los tres chanchitos y el lobo feroz” fue el motivo que decoró las doce caras del biombo.

La misma firma fue la encargada de fabricar muchas de las calesitas que siguen funcionando hasta hoy: “Y las mejores de todas”, dice Antonio. Esta empresa familiar fue la primera fábrica de calesitas del país. El primer tallador de caballos de madera fue Carlos Alberto Di Gregorio, en 1936, que le dio más realismo a las escultoras cuando decidió quitar a sus caballos los ojos saltones, característicos de los corseles europeos.

Los trabajos se realizaban artesanalmente, igual que hoy: “En los 60 mis hermanos tenían un taller de carpintería; éramos cuatro: dos carpinteros, uno pintaba y yo hacía la mecánica”, dice Antonio que sigue pintando y arreglando la calesita por su cuenta. En aquel momento se utilizaba cedro para los caballos que luego fue reemplazado por la fibra de vidrio. Los biombos se decoraron con el típico filete porteño, motivos circenses y carnavalescos, espejos y personajes de Walt Disney. Aviones, cisnes, leones y caballos fueron los motivos que adornaban el juego en las primeras épocas. De aspecto circense, una enorme lona recubría el plato que giraban con música de organitos.

Los personajes de García Ferré, Anteojito e Hijitus, también tuvieron su lugar en la decoración de las calesitas de la ciudad. En el Parque Los Andes, Sergio del Carpo, quién adquirió la calesita en 1979, le introdujo una innovación peculiar: en el biombo pintó reproducciones de cuadros famosos, con el nombre de la obra y su autor, alternados con dibujos infantiles, y en la cenefa (el plato de arriba) reprodujo las historietas de Mafalda, junto a una inscripción que dice: “Gracias Quino”, que el mismo autor supo saludar con agrado.

“La sortija es un invento argentino”, sentencia Antonio con orgullo. La pera y la sortija parecen devenir del antiguo uso que se le daba al juego con fines de instrucción equina. Los participantes giraban en sus caballos y, con una lanza, intentaban tomar los aros que colgaban por fuera del plato. En los años treinta la sortija ya era una atracción de las calesitas argentinas. Quién saca la sortija tiene como premio una vuelta gratis y la admiración de sus compañeros de viaje. “Trato de que más o menos todos los chicos la saquen, y el que no la saca, porque es pequeño, se la alcanzó con la mano. Todos: ricos, pobres, chicos, medianos”, este es el criterio de Antonio, que sigue haciendo este trabajo él mismo y es el que más disfruta.

Vueltas por el mundo

“Un enorme plato de madera con caballos del mismo material que giraba sobre sí mismo”, así describió en 1648, un viajero inglés, Moucanys, el entretenimiento que los pobladores de Constantinopla llamaban “Maringiak”. Una obra alemana del siglo XVII también testimonia la existencia del aparato. Existe además un grabado del siglo IV, del Imperio Bizantino, en el que se ven jinetes que se balanceaban en cestos unidos a un palo central, imagen que se emparentó con el origen de las calesitas.

En 1662 Luis XIV organiza una gran fiesta popular a la que llaman “Le Grand Carrousel”, donde la atracción principal era un carrusel, entre los demás juegos. Luego de la revolución francesa, durante el Directorio, la calesita deja de ser patrimonio aristocrático para convertirse en un entretenimiento popular. La primera patente del invento, registrada en 1673 por el inglés Rafael Foliarte, dice: “Con fines de diversión y para la instrucción del arte de montar”. Las calesitas inglesas, a diferencia de las que se hicieron en la argentina, giraban en dirección de las agujas del reloj para simular el modo correcto de montar a caballo.

A mediados del S XIX, Michaux le adapta bicicletas a la calesita de Sirac, en Francia. Los clientes pedaleaban y daban movimiento al engranaje. Anteriormente las calesitas eran tiradas por un caballo. En 1870 se utiliza por primera vez la fuerza del vapor para moverlas, y su fabricación empieza a masificarse. En 1920 comienzan a adaptarse motores eléctricos en reemplazo del vapor.

Las calesitas hoy

En una nota publicada por el diario Clarín, en 1981, el periodista se lamenta: “Sólo quedan 24 calesitas en las plazas porteñas”. Un relevamiento de la Dirección General de Patrimonio, para la Secretaria de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, relevó 52 calesitas en toda la capital, incluyendo aquellas que no están ubicadas en una plaza. Tras un intento de subasta pública, 26 de ellas fueron declaradas como patrimonio cultural de la ciudad para garantizar su preservación, todas ubicadas en plazas y parques, quedando las restantes sin protección estatal. Esa es la situación de la calesita de Antonio: “Jamás, nunca tuve apoyo del gobierno”.

Las calesitas no sólo resisten al olvido del Estado, también al deterioro del tiempo y a los cambios en los gustos de los chicos. “Antes venían chicos de hasta doce años, y ahora capaz que un chico de seis ya no quiere más calesita”, reflexiona Antonio sobre el presente. Además, las calesitas por quedar desprotegidas son víctimas de ataques nocturnos: “Si no hay nadie que las cuide las roban y las rompen. En varias oportunidades les han prendido fuego”. La dificultad para la cesión de terrenos también contribuyó a que las calesitas, cada vez más, ocupen lugares marginales en los barrios.

En 1992 Antonio Barchuk compró, en 24 mil dólares, la calesita de Colegiales, ubicada a metros de la estación. Los chicos mientras dan vueltas también señalan entusiasmados el paso del tren. “Él (Eladio Rodríguez) falleció y su señora no la quería más, no podía hacerse cargo. Era mí amigo, acepté, y se la compré”, dice Antonio acerca de su llegada al barrio, “Viene mucha gente que paseó en esta calesita cuando eran chicos, y ahora traen a sus hijos. Es muy lindo, es una gran familia”. En muchos casos los calesiteros fueron los verdaderos custodios del juego y de este oficio, que supieron transmitir de generación en generación.

Muchas de las calesitas ya no están, y otras se mantienen con esfuerzo en un mundo que parece girar más rápido que sus posibilidades. Para Antonio vale la pena: “Hace 46 años que tengo calesita, y hoy no es muy rentable. A pesar del cansancio, todavía las disfruto”.